Morte, excesso e erotismo nas narrativas de Gabriel García Márquez

Abstract

En su discurso del Premio Nobel, en 1982, Gabriel García Márquez retoma una frase de William Faulkner: “Me niego a admitir el fin del hombre”. Aunque se haya dedicado a escribir, a lo largo de toda su vida, “un largo discurso sobre la muerte”, como afirma Jacques Gilard, a diferencia de muchos autores colombianos del siglo XX — especialmente aquellos que producen literatura de la Violencia —, el autor insiste en retratar la soberanía de la vida. La melancolía de la muerte de hecho permea toda la narrativa del colombiano; y, sin embargo, en cierto punto, comparte espacio con un inconfundible sentido del humor. La respuesta del autor frente a la tragedia de la muerte es la vida en exceso: el escritor intensifica y colorea al máximo los elementos que componen el mundo de sus personajes, muchas veces llevando la hipérbole al extremo, extrapolando, así, los límites de lo real y creando un universo donde lo posible y lo imposible coexisten naturalmente. De esta manera, el exceso pasa a ser trivial y cotidiano. En esta tesis, reflexionamos sobre la relación entre muerte, exceso y erotismo en las narrativas del autor en las que los tres dialogan entre sí, tales como los cuentos “María dos Prazeres”, “Muerte constante para más allá del amor” y las novelas Cien años de soledad, Memoria de mis putas tristes y En agosto nos vemos. Analizaremos más profundamente los cuentos “La otra costilla de la muerte” y “El ahogado más hermoso del mundo”. Para ello, dialogaremos, sobre todo, con los estudios de Georges Bataille respecto al erotismo y otras experiencias del exceso, como la risa, la poesía y la muerte. Si, para Bataille, el hombre solo es erótico debido a la conciencia de la finitud de la vida, en García Márquez esto se eleva al extremo: el erotismo — intensificado por la soledad — alcanza su ápice cuando siente el vértigo de la muerte. Además, discutiremos acerca del cambio en el tratamiento del tema de la muerte por parte del autor y cómo este la vacía de sentido a través de la experiencia literaria, haciéndola incluso pasible de ser risible. Si el erotismo, como afirma Bataille, es la forma de vida que acoge la aceptación de la muerte, para García Márquez, la literatura — siendo ella una manifestación del erotismo — es la única forma de vida, pues solo a través de ella es posible aceptar la muerte.